RETRATOS CERVANTINOS

CERVANTES JUNTO AL MAR 

 

No pudo Miguel de Cervantes obtener permiso para buscar fortuna en América, pese a que lo intentó en dos ocasiones. De haberlo obtenido habría embarcado en Cádiz allá por 1528 o 1590. Él no, pero su Historia del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605, 1615) sí que cruzó los mares y atravesó los siglos para llegar hasta hoy.

Cádiz solo aparece en el Quijote nombrada una vez (Q II,29), precisamente como puerto de mar. en un momento histórico en que la corona de España se había anexionado a la de Portugal, de manera que este era el punto de salida no ya para las Indias Occidentales sino también para las Orientales, las Indias primigenias.

Curiosamente Cádiz se inscribe con letras de oro en la historia del cervantino: gaditano fue Adolfo de Castro (1823-1898), aquel singular polígrafo embustero que escribió El Buscapié (1848) y otros textos que quiso hacer pasar por verdaderamente cervantinos.

Gaditano de Medina Sidonia fue Mariano de Pardo y Figueroa (1828-1918), otro mitómano que inventó a dos personajes: el erudito Doctor Thebussem, coleccionista alemán de Quijotes y novedades cervantinas, y el señor Droap, su corresponsal en España.

De las cartas que se cruzaron Em-bus-thes y P-a-r-d-o al revés salió la cervantofilia que ha llegado hasta hoy. Gaditano de Jerez fue Ramón León Maínez Fernández, promotor de la Crónica de los Cervantistas: Periódico Literario, única publicación que existe en el mundo dedicada al Príncipe de los Ingenios, que se publicó en Cádiz entre 1871 y 1874, en la Tipografía La Mercantil de D. José Rodríguez y Rodríguez, Calle Sacramento 38.

Con estos antecedentes la Real Academia Hispano Americana de Cádiz ha querido rendir homenaje a Miguel de Cervantes en este año de 2016. Parte de este homenaje es la Exposición RETRATOS CERVANTINOS que se inaugura en la Torre Tavira de Cádiz la víspera de que dé comienzo la Gran Regata.

Si hay un artista capaz de captar la capacidad de fabulación y ensueño de Cervantes, su hondo vitalismo, su increíble mesa de trucos, ese es José Alberto López. Sus imágenes, de impronta fauvista y expresionista e inspiradas también en la obra de los gaditanos Costus, traducen a color lo que es, en el Quijote, juego, sorpresa, humor y sabiduría. Raramente se dejan advertir, como en estos collages, las telas de los sueños.

En esta enésima aventura quijotesca a la que ha querido sumarse José Alberto López, a la que dio aliento Belén González Dorao, y a la que de improviso sumamos a Pablo Maestro Bueno, un músico de Sanlúcar de Barrameda que canta “Marinero soy de amor” acompañado de zanfoña, volvemos a asomarnos al mar desde el muelle de Cádiz.

Ana Sofía Pérez-Bustamante Mourier

Real Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz